jueves, 30 de abril de 2009

Perderse en los mercados mexicanos

Por Caroline Létourneau

En cada pueblo y ciudad de México se encuentra un rasgo bien particular de esa cultura: los mercados. Escondidos en rincones, lejos de la mirada de las turistas, los mercados rebosan de vida.

La primera característica que se nota es el ambiente animado, colorido y ruidoso de los mercados. Tienen muy poco en común con los centros comerciales de donde vengo. Las abarroterías de Canadá me parecen muy aburridas en comparación con las de México. Por ejemplo en Canadá se puede escuchar una música genérica tranquila que casi no se nota tan sosa está.

Por el contrario en los mercados se entrechocan las canciones favoritas de los dueños y empleados de cada tienda. Sobre una distancia de veinte metros apenas, se puede escuchar música de trío, reggaetón, éxitos americanos antiguos, norteño, salsa, merengue...etc. A los mexicanos les gusta escuchar música bien fuerte de manera que los vendedores, de pie en frente de los quioscos de frutas gritan sin pararse “¡Papaya-papaya-papayaaaaaa! cinco pesos el kilo papaya-papaya-papayaaaa, ¡llévatela!” y el siguiente comerciante que vende mangos grita otra canción en voz todavía más alta. Y el otro vecino que vende exactamente los mismos productos te pregunta “¿Que se va a llevar? Buen precio amiga” “mira sin compromiso, pásale amiga, pásale”.


Además Canadá y México tienen visones bien diferentes de la salubridad y de la higiene con respecto a los mercados y a los productos. Me quedé tan aturdida de ver carne de pollos, res y cerdo así suspendidas al aire libre en el medio de la calle calentándose en el sol con las moscas volando alrededor y de vez en cuando colocarse en los filetes. Además, la carne cruda está expuesta al humo de los coches que pasan y al polvo que la rodea. Luego, la gente que circula en el mercado manipula con las manos los filetes para escogerlos. En Canadá, no se podría hacer tal cosa. Todos los productos de carne son embalados en paquete con película de plástico y colocados en tablas refrigeradas. También aparece la fecha de embalado y de expiración para cada producto perecedero. Tal vez exageremos con demasiado precauciones acerca de la salubridad de la comida pero a veces me cuestiono sobre la limpieza de la carne en esos tipos de mercados.



Otra diferencia que me marcó entre los mercados canadienses y los mexicanos es la disposición de los quioscos y el tipo de compra que se puede hacer. En Canadá, las tiendas son distintas de cada otra y separada con paredes y entramos por una puerta. No se puede tener mercado en el aire libre por el frio. En México, los mercados son un motón de mesas y quioscos instalados en desorden en una plaza que se transforma en un laberinto y a veces no se puede decir donde empieza un quiosco y donde termina el otro. En México los productos son apilados en montañas y todos mezclados. No vi la lógica u organización en términos de presentación. Sin embargo, ese caos sale estético y vivo. Además, cada compra se transforma en un desafío porque hay que buscar lo que uno quiere.

En Canadá los productos son casi coordinados en función del color de su embalaje tan preocupado por el orden y la estética somos. Además los mercados de Canadá son estériles, no hay vida no tienen la misma función de intercambio y de convivencia que los de los mexicanos. Los de Canadá me parecen todavía más aburridos y previsibles.

El tipo de tienda que se encuentra en cada mercado es diferente también. En México, los quioscos se repiten. Se puede encontrar de tres hasta seis tiendas alineadas que venden todas las mismas cosas. Lo que se ve más son los mostradores de fruta y vegetales, los de dulce de leche, coco, lechera, azúcar de caña y miel de abeja, luego los que venden té y hierbas que curan todos los problemas y enfermedades. Se ve también tiendas de playeras y zapatos que desbordan de mercancía y que son tan en desorden que casi no se puede entrar. Es necesario tener mucha paciencia para encontrar un par de zapatos parecido y del buen tamaño. Hay tiendas que venden todas las representaciones posibles de la virgen de Guadalupe. La virgen de Guadalupe en estatuas pequeñas, en pinturas, en poster, en tarjetas postales, en pulseras, en collares, en cadenas de llave, para el espejo del coche, en velas, en crucifijos, y rosarios. Todo lo que sueña el católico más dedicado.

En conclusión, los mercados mexicanos son ambientes donde se expresa la cultura. Una cultura llena de vida, de alegría y de un cierto tipo de caos ordenado. Los mercados son un lugar donde la gente no solo compra lo que necesita pero intercambian los últimos chismes sobre parientes lejanos, construye alianzas, consigue trabajo y ayuda. Los mercados son el corazón de la cultura.

El turista que se aventura es ese mundo de abundancia es cierto de sentir su diferencia. Especialmente una mujer puede sentir las miradas en su espalda: “Mira a la gringa. Tsssit stssi hey baby!” Sin embargo, alguien no conoce México si no ha visto sus mercados.


“Oh…un consejo: ¡traigan cambio!”




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