Un viernes incidental a las diez de la noche me encuentro en mi cuarto en las Residencias del Tec con una amiga danesa. No hemos planificado salir, por lo cual estamos vestidas de ropa relajada, viendo programas daneses por internet y pasándola muy tranquilo. Si esa situación hubiera ocurrido en Dinamarca, sería previsible y seguro que no habría ocurrido más está noche. Habríamos acabado de ver el programa y ya. Pero no estoy en Dinamarca, estoy en otro país mucho más imprevisible: México lindo donde nunca se sabe qué va a pasar. Es que en este momento, a mitad del programa, nos llama otra amiga danesa, nos informa que dos amigos mexicanos acaban de invitarla a salir y nos propone que vayamos también. En Dinamarca no se decide salir con los amigos a las 10 de la noche. Lo que pasa es que allá vivimos en una cultura de planificación donde planeamos el martes cuándo, a dónde y con quién saldremos el viernes. En México, sin embargo, es completamente al revés. Los mexicanos viven en una cultura de espontaneidad y frecuentemente se deciden en el último momento qué van a hacer. Muchas veces ni saben a dónde van a ir dos minutos antes de que se vayan. Como mi amiga y yo ahora estamos en México, y por esto sentimos que hay que hacer como los mexicanos (por lo menos hasta cierto punto), esta noche nos decidimos a aprovechar la ocasión y salir con los otros. A veces en México lo único probable es que algo improbable ocurra.
¿Qué tal esa espontaneidad? ¿Cuáles son sus ventajas y desventajas? Para una danesa puede ser difícil acostumbrarse a la imposible misión de planear algo de antemano con los mexicanos. Casi nunca me pueden dar una respuesta sin demora cuando les pregunto si hacemos algo un determinado día. Tal vez eso no sea tan raro considerando que los alumnos mexicanos del Tec estudian 48 horas a la semana, tienen examenes parciales cada tres semanas y, en encima de eso, hacen trabajo social obligatorio. Por ello, muchas veces no me dan una respuesta a mi pregunta anterior hasta el último momento. Y otras veces no responden en absoluto. Las señales de peligro se ponen rojas cuando los mexicanos me dicen: “Ahorita te aviso” o “Está bien, al ratito te marco para ponernos de acuerdo”. Fíjense qué interesantes estos términos temporales de “ahorita” y “ratito”. Ambas son expresiones diminutivas de las palabras “ahora” y “rato”, respectivamente. La terminación de –ito les da a las palabras un significado de algo pequeño, es decir, “ahorita” y “ratito” deberían ser momentos que lógicamente fueran más breves que “ahora” y “rato”. No obstante, mi lógica gramatical no me sirve cuando tengo que interpetrar lo que el mexicano realmente está diciéndome. Pero creo que ya lo aprendí. Cuando los mexicanos me dicen que van a hacer algo al ratito, no están haciéndome una promesa. Traducido a danés, “al ratito” puede significar lo que sea: dos horas, unas semanas y (lo último es lo más problable) nunca. No es que los mexicanos sean crueles y quieran dejarme esperar sin respuesta. Lo que ocurre es que siempre les pasa algo, la situación se cambia y entonces ya no es posible con lo que habíamos planificado. Quizás los pueda perdonar ya que viven en un país donde nunca se sabe qué va a pasar. Pero de todos modos siempre me costará comprender por qué los mexicanos no se sienten obligados a marcarme y avisarme de los cambios en el plan original. Especialmente cuando se toma en cuenta que no se tardarían más de dos minutos.
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Por otro lado, la espontaneidad de los mexicanos también tiene sus ventajas. Le ofrece emoción a la vida cotidiana y me da un sentido de que nunca se acaban las posibilidades aquí. Siempre hay espacio para una persona extra, siempre hay una invitación inesperada y siempre me sorprende cómo los acontecimientos se desarrollan. ¡No hay por qué aburrirse en Monterrey donde hasta el tiempo se comporta de una manera totalmente imprevisible! En mi opinión, los daneses podemos aprender algo de la espontaneidad de los mexicanos. A veces es una barrera social que los daneses siempre tenemos que planificar las cosas cien años de antemano en vez de solamente llamar a un amigo y preguntarle si quiere hacer algo la misma noche. Aunque la espontaneidad de los mexicanos no siempre me conviene, espero llevar un poco de ella a Dinamarca y mezclarla con mi disposición natural de la planificación. A lo mejor no funcionará allá pero por lo menos haré un intento. ¡Si no funciona, siempre puedo tomar una decisión espontánea y regresar al país donde sí funciona!
muy interesante escrito, espanol definitivamente de nivel avanzado, y la descripcion de realidad 100% verdadera.
ResponderEliminarAlex